34. DURA SUERTE
Una vez el Conde de Cero hizo una visita al Barón de Pereza que se lamentó de
su dura suerte. Su amigo, el Conde, se admiró mucho y le dijo:—Por Dios, ¿cómo
puede Vd. lamentarse? Vd. está bueno. Vd. no tiene que trabajar y abunda en
dinero tanto como puede Vd. desear.
—Sí, es verdad,—respondió el Barón, pero no obstante tengo dura suerte. Tengo
que vestirme todas las mañanas, y que desvestirme todas las noches. Tengo que
masticar todo lo que como y que tragar laboriosamente toda gota de agua y de
vino que bebo.
Su amigo respondió:—Pero Vd. no sale de la casa. Por consiguiente Vd. no se
pone o quita más que la bata. Su cocinero no prepara sino manjares blandos.
Ciertamente el tragar no es trabajo tan terrible.
A esto respondió el Barón con voz lagrimosa:—¡El eterno respirar! ¿No es esto
nada? Ni siquiera puedo descontinuar esto cuando duermo.