27. LOS POBRES SASTRES
Un herrero de una pequeña ciudad había hurtado un caballo. El dueño halló el
caballo en el establo del herrero y le hizo buscar con un guardia municipal. Fué
arrestado el herrero y conducido delante de un magistrado. El magistrado le
condenó a ser ahorcado.
Entonces se agitó la gente de la ciudad, porque no había más que un solo
herrero en la ciudad. Nombraron una delegación, y la delegación fué a ver al
magistrado. Uno de ellos dijo al magistrado:
—No tenemos más que este herrero en toda la ciudad, y nos es indispensable.
Pero tenemos tres sastres en la ciudad. Podemos perder a uno de estos sastres.
Alguno ha de ser ahorcado, esto es claro. Por consiguiente, háganos Vd. el favor
de ahorcar a uno de los sastres.
