25. LOS ÓRGANOS DEL CUERPO HUMANO
Una vez los obreros o ciudadanos pobres de la ciudad de Roma se rebelaron
contra los ricos. Su queja era, que mientras que ellos trabajaban siempre y
pagaban los impuestos, los ciudadanos ricos de la clase noble nunca trabajaban,
y su única ocupación era la de mandar y gobernar. Muy descontentos, resolvieron
los obreros abandonar a Roma e irse a un monte cercano, jurando no volver a la
ciudad.
Entonces los nobles enviaron a un sabio romano para convencer a los obreros
de que debían regresar a la ciudad. El sabio habló a los obreros de esta
manera:
Una vez los órganos del cuerpo humano se rebelaron contra el estómago, y muy
indignados le dijeron:
—Nosotros trabajamos siempre mientras que tú nunca trabajas.
Los pies se quejaron de que ellos tenían que llevar al cuerpo y andar por
todas partes; los ojos se quejaron de que ellos tenían que ver siempre todas las
cosas y vigilar constantemente. Las manos dijeron:
—¿Por qué debemos de estar siempre trabajando si tú descansas?
Y la boca gruñó:
—Toda mi vida he sido una tonta. He masticado todas tus viandas, mientras que
tú no has hecho más que recibirlas ya preparadas. Busca otra boca.
De esta manera hablaron todos los órganos del cuerpo humano, resolviendo no
trabajar más para el estómago.
Pronto, con gran sorpresa, empezaron a sentir el efecto de su rebelión. Los
pies se sentían débiles, los ojos se obscurecían y no podían ver, las manos se
ponían débiles; y, en fin, todo el cuerpo se iba debilitando, porque el
estómago, no habiendo recibido viandas, no podía enviar alimentos y fuerzas a
los órganos.
Entonces comprendieron los órganos que habían sido muy necios. Ahora
entendían claramente que el estómago también trabajaba y servía a todos, y muy
arrepentidos principiaron todos a trabajar nuevamente.
Los obreros romanos oyeron esta parábola y comprendieron su significado,
regresando muy contentos a la ciudad a trabajar de nuevo.
Los nobles fueron más prudentes después de esto, y dieron a los obreros mejor
paga y mejor trato.